Divrei Emmanuel: Pensamientos Torá en Honor del Festival de Pesaj
"Jametz y Matza - Torá im Derech
Eretz"
La festividad de Pesaj es llamada por la
Torá, la festividad de la Matzá. La Torá nos ordena no comer jametz durante
siete días y en el mismo aliento comer matzá en la primera noche y todos los
siete días de Pesaj.
El mandamiento de la Torá de no comer jametz, es uno de
las más fuertes prohibiciones en la Torá. Es mucho más fuerte que cualquier
otra prohibición conectada al alimento debido a que el infractor será castigado
con Karet ("escisión espiritual"). Los demás alimentos
prohibidos son descritos como una abominación. ¿Por qué la prohibición de
jametz es tan estricta y Por qué colocar el mandamiento en
su contra junto con el mandamiento de comer matzá? ¿No es aatzá su contrario
exacto?
Muchos comentaristas explican, tal vez irónicamente, que
esto es porque jametz está permitido durante el resto del año, es tan severamente
prohibido en la Pesaj. Cuando vemos un pedazo de
carne de cerdo, sabemos - "eso es TREIF" "fuera de sus
límites", "nos alejamos". Sin embargo, cuando vemos un pedazo de
pan en Pesaj, no pensamos en él como un objeto prohibido, cualquiera se podría
equivocar y ponérselo en la boca antes de recordar que es la Pesaj y no se les
permite comer. Para evitar que esto suceda, la Torá intensifica la prohibición
de jametz y, en consecuencia, es de esperar aumentar nuestra vigilancia con
respecto a esta prohibición.
Creo que hay una lección muy importante que podemos
aprender de esto. Hay aspectos de la cultura que
nos rodea que sabemos que son TREIF, sabemos que son extranjeros y corrosivos
de los valores judíos y una forma de vida judía. Estas amenazas
flagrantes son relativamente fáciles de evitar. Sin
embargo, hay elementos de nuestra cultura que podrían ser kasher, que podrían
"estallar en la boca" antes de darse cuenta que hemos ingerido algo
dañino. Estas amenazas ocultas pueden ser más peligrosas precisamente porque
están ocultas, porque se ven kasher, y debemos ser más vigilantes en evitarlos.
La historia, sin embargo, no termina allí. La culminación lógica de la vigilancia es el rechazo total. Si existen esas amenazas que acechan en las sombras, ¿Por qué no quedarse fuera de la forma por completo y rechazar la cultura contemporánea? Todos sabemos que es más fácil dejar de fumar cigarrillos cuando uno los bota a todos y no tiene contacto ninguno con ellos pero una dieta para rebajar puede ser mucho más difícil porque no puede dejar de comer por completo. La moderación y la vigilancia son difíciles, así que ¿por qué no optar por la supresión total y el rechazo? ¡Vamos a entrar en el gueto y cerrar las puertas por así decirlo!
La historia, sin embargo, no termina allí. La culminación lógica de la vigilancia es el rechazo total. Si existen esas amenazas que acechan en las sombras, ¿Por qué no quedarse fuera de la forma por completo y rechazar la cultura contemporánea? Todos sabemos que es más fácil dejar de fumar cigarrillos cuando uno los bota a todos y no tiene contacto ninguno con ellos pero una dieta para rebajar puede ser mucho más difícil porque no puede dejar de comer por completo. La moderación y la vigilancia son difíciles, así que ¿por qué no optar por la supresión total y el rechazo? ¡Vamos a entrar en el gueto y cerrar las puertas por así decirlo!
La respuesta se encuentra en el otro mandamiento de la Pascua: la mitzvá de comer matzá. El Talmud explica que la matzá se hace de los ingredientes exactos mismos del jametz - harina y agua. Sólo hay una diferencia entre los dos: la vigilancia. La Matzá ha sido cuidadosamente observada, para asegurar que se ponga al horno antes de que empiece a subir (leudarse), mientras que el jametz se ha dejado sin atención y se eleva de forma natural.
La Torá nos complica la fiesta hasta más. Como el jametz
es tan dañino, lo que podríamos hacer es evitar cualquier mezcla de harina y
agua para evitar el jametz. Pero al mandarnos a comer matzá – la Torá nos
fuerza a involucrarnos con esa misma mezcla que había prohibido como jametz.
Esto se puede representar, filosóficamente, con la idea
que si nos encerramos en nuestro ambiente intelectual y cultural, no vamos a
estar expuestos al daño, pero también nunca seremos enriquecidos. Más bien la
lección de la matzá es que uno tiene que involucrarse con el problema, frente
al desafío de la vigilancia, y se esfuerzan por servir a Dios al máximo.
Esta ha sido nuestra respuesta en cada generación a los desafíos de la hora y el lugar donde nos hemos encontrado. Y hoy nuevamente nos encontramos ante el reto de rechazar la sociedad en general o la asimilación. Algunos se han convertido en guetos. Se niegan a incorporar a la sociedad que les rodea en su vida. No van a ir a la universidad por temor a que se manchen ellos. Evitan la televisión y otros foros que les traen el mundo "goyishe" al suyo. ¡Este es un extremo obvio! Se niegan a comer matzá!
¡Pero hay otro extremo que debe evitarse con la misma fuerza! Estas son las personas que comen jametz en Pesaj (por así decirlo). Han abandonado el judaísmo de muchas maneras y se han unido a la sociedad en general. Piensan y actuan más como los gentiles que como Judíos. Este también es un error exagerado.
Ambos caminos son fáciles en comparación con nuestro camino - El camino de “comer Matzá." El camino que combina la harina y agua - la Torá, lo mundano y lo sagrado. Este camino requiere la apertura, la inteligencia, la moderación y el ajuste y, al mismo tiempo dedicación a mantener la lealtad a la Torá.
Hag Sameaj-Moadim Lesimcha del Rabino Rigoberto E. Viñas y familia