“Ante la Ley” Kafka y los Anusim del Siglo 21

El novelista Franz Kafka (1925) escribió una novela sin terminar llamada El Proceso Der Prozess. La novela se enfoca en un hombre que está siendo juzgado por mal gastar su vida. Uno de los relatos de esta novela es especialmente impactante y opino que es muy buena descripción del problema de los Anusim en el siglo 21.
Antes la puerta de la ley estaba un guardián. Viene un hombre del campo desde muy lejos y llega a este guardián y pide ser admitido a la ley. Pero el guardián de la puerta le responde, -en estos momentos no le puedo dar permiso entrar a la ley. El hombre lo considera y pregunta ¿podré ser admitido luego? Y el guardián responde -es posible, pero ahora no.
Como la puerta de la ley estaba abierta de par en par, como siempre lo ha estado, el hombre se agacha para mirar para adentro y el guardián se mueve para un lado para darle acceso a la vista. Se ríe el guardián y le dice al hombre
 -veo que deseas mucho entrar, aunque sea contra mis órdenes, pero quiero que reconozcas que yo tengo mucho poder y que yo soy aun uno de los más débiles de los guardianes. Pero en cada uno de esto pasillos hay más y más puertas y muchos guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ni yo tengo la fuerza para ver al tercero.

El hombre del campo no esperaba tantas dificultades y decide que prefiere esperar hasta que le den permiso entrar. El guardián le da un taburete y lo deja sentarse a un lado de la puerta. El hombre se queda allí sentado por días y años, se los pasa frustrado y maldice su destino triste. Cuando se puso viejo todo lo que hacía era mascullarse al mismo. Se volvió como un niño.
Al fin su vista se volvió débil y no podía distinguir si se estaba oscureciendo o si sus ojos ya lo engañaban. Pero aun todavía reconocía la luz constante que lo atraía y que salía de la puerta de la ley. Ya no le quedaban muchos días de vida, y todo lo que había presenciado se culminó en una sola pregunta que se le ocurrió que no le había preguntado al guardián en todos los años antes de esto. Lo llama porque ya no podía parase, y el guardián tiene que agacharse para poder oírlo porque la diferencia en altura había crecido a la desventaja del hombre.
Qué es lo que quieres saber ahora, le pregunta el guardián al hombre, tú eres insaciable. El hombre le responde todo el mundo aspira a ser parte de la ley ¿por qué es que en todos estos años nadie ha pedido ser admitido menos yo?
El guardián reconociendo que ya había llegado al fin este hombre, le levanta la voz y le grita para que el hombre lo oiga -nadie más podría haber entrado por esta puerta esta puerta fue solamente compuesta para ti. ¡Ahora me ya voy y la voy a cerrar!

Me parece que esta pesadilla de parábola describe perfectamente la situación de los Anusim de todas partes del mundo en este siglo. Nos sentimos atraídos a la ley y vemos claramente la luz de la ley y sentimos su llamado. Viajamos lejísimo para llegar a la puerta y nos encontramos allí a los guardianes. Les tenemos miedo. Les pedimos permiso cruzar la puerta, y ellos derivan aún más fuerza del miedo que les tenemos y al pedirles permiso los empoderamos a decidir nuestro futuro ¡si entramos por la puerta o no! Pasan los años y seguimos reconociendo esa luz, pero buscando el permiso del guardián nos quedamos afuera esperando ser admitidos. La importancia de este camino es tan grande para nosotros que nos imaginamos aún más todavía que es imposible sin el permiso de esos guardianes. Esto en una forma enferma es producto del gran valor que le damos a la ley pero en lugar de enfocarnos adonde queremos ir y cruzar la puerta le damos más y más poder al guardián, que no nos da permiso, aunque se lo pedimos de muchas diferentes maneras. Al quedarnos a fuera con el deseo empezamos a imaginarnos lo que podría parecer el destino de la ley y creamos en nuestras mentes un lugar exótico muy diferente a lo que hemos conocido anteriormente. Mientras pasan los años ese paraíso se vuelve más y más exótico y el deseo crece con cada rechazo. La frustración nos desvalúa y le da valor al guardián que nos rechaza, debe ser un lugar muy especial si tiene un guardián tan fuerte.
¿Por qué no nos da permiso? ¡Porque ese no es su rol! Pues quién entonces le da permiso a los Anusim entrar pues ellos mismos, la puerta es de nosotros y el destino también.

Si yo pudiera cambiar la parábola de Kafka para describir la situación de los Anusim hasta más directamente, yo añadiría un guardián más que es una imagen exacta del señor que se aproximó para entrar. Pero este guardián que se parece a él ya tuvo el éxito de haber conocido lo que está detrás de la puerta de la ley. De hecho, este guardián le dice que entre cuando quiera porque la única razón que este salió a la puerta fue a buscar al otro porque conociendo la ley sabe muy bien que lo que falta ahí son los miembros de su familia que son como este guardián y como este hombre.

En contraste - el otro guardián que no se parece en lo más mínimo a ellos le dice que no les puede dar permiso. Pues los Anusim se quedan esperando el permiso del que se rehúsa darles permiso e ignoran al que es de los de ellos que los empodera entrar por su propia determinación. NO entran y se quedan afuera des apoderando a SU guardián y dándole todo el poder al otro guardián que disfruta de su poder al dejarlo estancado afuera de la puerta.

Se imaginan que la ley es un lugar exótico y culturalmente muy diferente a lo que ellos conocen y como el otro guardia se viste con ropa exótica de una cultura muy diferente a la de ellos se imaginan que este ser exótico es el que verdaderamente representa la ley y no el otro. Lo que no saben es que adentro de la ley verdadera - el salón de recepción contiene todo lo de su cultura y allí se reconoce el valor de su origen porque ese lugar se llama el paraíso - la casa de mis antepasados.

Por el Rabino Rigoberto Emmanuel Viñas, LMSW


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