Divrei Emmanuel Parashat Ki Tisá
Síntesis Parashat Ki Tisá:
Moshé recibe las dos Tablas de la Ley, donde están escritos los Diez Mandamientos. La multitud que se mezcló al Salir de Egipto con el Pueblo Judío, aterrada ante aparente demora de Moshé en retornar, fuerza a Aarón a que construya
el becerro de oro al que puedan adorar. Cuando Moshé ve que esa parte del pueblo practica idolatría, enseguida rompe las tablas y destruye el becerro de oro. Moshé asciende a la montaña para
implorarle que perdone al pueblo y Dios acepto su rezo.
Protégenos del Mal de Ojo
“Habló Hashem a Moshé diciendo: “Cuando
eleves en censo (per cápita) a los Hijos de Israel según su número, deberá
entregar cada hombre una ofrenda a Hashem para que expíe su alma al ser
contados, de modo que no haya plaga entre ellos al contarlos. Esto ofrendarán,
todo aquel que sea incluido en el censo, una mitad de shékel, del shékel sagrado,
siendo el mismo veinte guerá; medio shékel es la porción de Hashem. Todo aquel
que participe en el censo, siendo de veinte años de edad en adelante, dará
porción a Hashem. El rico no se excederá y el desposeído no reducirá de medio shekel
al dar su porción a Hashem para expiar su alma.” (Shemot/ Éxodo 30:11-15)
La parashá de esta semana comienza con el
mandamiento de contribuir con una moneda de medio shekel por cada hombre mayor
de la edad de 20 años al sagrado templo. Esta porción también se lee en Shabat
Shekalim.
Estas contribuciones permitían crear un
censo de los hombres que serían elegibles para servir en el ejército de la
defensa del pueblo judío. La Torá específicamente prohíbe que los ricos den más
de una moneda o que los pobres den menos. Cada uno tenía que dar su porción
asignada y a los ojos de Dios ambos son iguales los pobres y los ricos. Los
Rabinos explican que si una mujer quería dar el medio shékel lo podía hacer
pero estas monedas eran separadas del grupo de los hombres. Esto para asegurar
que la cuenta de los hombres sea correcta.
Hay muchas ideas y enseñanzas Rabínicas
basadas en esta mitzvá de colectar esta moneda tan pequeña. La primera idea es
la prohibición de contar directamente al pueblo judío. Esto está prohibido para
evitar un AYIN HARÁ o el Mal de Ojo. Los Sabios notaron que en cada instancia
en la Torá cuando se efectuó un censo sin seguir estrictamente sus leyes
ocurrió una catástrofe. Al dar la moneda de medio shékel y luego contar esas
monedas la cuenta era lo suficientemente indirecta para evitar el Ayin Hará. El
poder (zejut) de la mitzvá de tzedaká sirve para evitar cualquier
efecto negativo de contar al pueblo.
En muchas comunidades ortodoxas cuando
vamos a contar judíos para el minyán en lugar de apuntar y contar decimos el
pasuk “hoshia et ameja uvarej et najalateja, urem venasem ad haolam.”
(Salmos 28:9) “Salva a tu pueblo y bendice a tu heredad, pastoréalos y llévalos
para siempre.” Este versículo contiene 10 palabras. Y se usa para evitar el
mal de ojo al contar el minyán.
¿Pero cómo funciona el “mal de ojo?” ¿Qué
es el “mal de ojo” y por qué lo atraeríamos al contar individuos? Nuestros
Rabinos explican que cada individuo está bajo la observación constante de Dios.
Nuestras acciones y pensamientos tienen gran valor para El y Él está
constantemente juzgando si nuestras acciones son aceptables o no. Mientras
Hashem nos observa y juzga el atributo de misericordia es activado porque
muchas de nuestras acciones no son aceptables delante de Hashem. Para
ofrecernos lo máximo en misericordia en muchos instantes Hashem solamente juzga
a los individuos en comparación al resto de su grupo o en comparación al resto
de la humanidad. Como en el caso de Noaj que era “justo en su generación.”
Cuando el individuo es comparado al resto del grupo o al resto de la humanidad
sus acciones negativas no resaltan en comparación a otros que tal vez son
peores. También si es juzgado como parte del grupo las fuerzas positivas del
resto del grupo también son consideradas en él. Dios usa esa táctica para
encontrar una manera de perdonar y esperar que ese individuo pueda hacer teshuvá
o para balancear la debilidad del individuo con la fuerza del grupo en
total.
Pero el mal de ojo separa al individuo de
su grupo. Lo destaca como un caso especial. Al dar muchos complementos la
persona es separada de los demás porque es único y diferente que los demás. Al
contar a cada individuo los que fueron contados yo no forman parte del grupo
entero pero son seleccionados individualmente para ser contados como
individuos, cada uno separado del grupo y luego cuando se llega al fin entonces
son de nuevo compuesto como un grupo. Esto, has veshalom, podría permitir que
el individuo esté abierto a la justicia divina sin la protección de ser parte
de un grupo con fuerzas y debilidades. Por esa razón el mal de ojo podría ser
impuesto hasta por una persona sin intención de ponerlo al dar demasiados
complementos y peor por una persona que da complementos basados en sus celos.
Tal vez por esa razón la Torá usa la mitzvá
de la moneda de medio shekel para crear un ejército. Como cualquier veterano
podría testificar la única protección en el campo de batalla durante una guerra
es la unión de los soldados y la protección que viene de trabajar completamente
unidos para una sola causa. Las debilidades de un soldado son superadas por el
otro y las fuerzas de uno son prestadas a los otros. Mi Rebbe, y maestro, El
Rabino Aharon Zeigler explica que esta lección es hasta más fuerte cuando
uno considera que la moneda es medio shekel. Nadie que contribuía el medio
shekel sabía quién era el otro que contribuyó con la otra mitad para completar
el shekel completo. Todos somos complementos uno para el otro. La labor de cada
judío es terminar o añadirle al talento del otro al contribuir los talentos de
nosotros.
Esta es la lección para toda la comunidad
no solamente para los soldados. Cada uno de nosotros somos incompletos de una
manera o de la otra. Todos somos medio shekel. Cuando nos juntamos las fuerzas
se combinan y crean shekalim completos. Es esta unión que le permite al pueblo
judío superar cualquier amenaza que nos confronte. Con esta unión nuestros
enemigos espirituales o físicos no tienen manera de conquistarnos. Pero al
individualizarnos y tratar de ser mejores que los demás nos exponemos al ataque
sin protección ninguna (has veshalom).