¿Histérica?

TORÁPIA - Lo Mejor de la psicología de la Torá

Por: Rigoberto Manny Viñas, MSW

Rabino y Sicoterapeuta

 

Las palabras que usamos, describen la forma en que percibimos nuestro mundo y también influyen en la manera en que lo concebimos.

 

Cuando describimos a una persona como “Histérica”, basándonos en sus emociones volátiles o en su excesivo dramatismo, estamos inconscientemente expresando conceptos que comenzaron en el mundo antiguo y que continúan influenciando la forma en que percibimos la vida.

 

La “Histeria” es un trastorno psicológico, que ahora no se considera en la psicología clínica profesional como una condición definida con rasgos específicos; pero es reconocida popularmente por su colorida historia, como una persona que expresa  de forma excesiva sus emociones volátiles superficiales, es demasiado dramática, tiene amnesia selectiva, convierte sus sentimientos en dolores físicos somatizados y siempre busca atención por esos medios. El término tiene una historia controvertida, ya que anteriormente se consideraba una enfermedad específica de las mujeres.

 

Durante el siglo XIX, la histeria era considerada una enfermedad física de las féminas, basada en la creencia que las mujeres estaban predispuestas por su naturaleza a padecer de condiciones mentales inestables, desbalances emocionales y psicológicos, además de comportamientos inapropiados, como resultado de ese padecimiento.

 

En el siglo XX se consideró la Histeria, como una enfermedad mental y emocional. En la psicología moderna, los síntomas que formaban parte de la clasificación mental tradicional, se han incorporado a otras clasificaciones y diagnósticos; pero no se usan como una categoría separada. Por ejemplo: En la descripción del trastorno de personalidad histriónica actual, los rasgos que componen la diagnosis, incluyen personas que excesivamente buscan atención y aprobación de los demás, con mucha atención a la sexualidad y asumen de forma errónea que son apreciados por otros, más allá de la realidad.

 

La palabra “Histeria” deriva del griego que la usaba para referirse al útero. En la cultura clásica griega, las mujeres eran consideradas como propensas a desórdenes psicológicos por sus excesivas emociones. Este concepto tuvo tan fuerte influencia en su pensar, que al detectar un desbalance y trastorno psicológico, usaban terminología femenina para caracterizar la locura, como algo centralizado en el útero.

 

Antes de los griegos, los egipcios pensaban que las enfermedades psicológicas o mentales, eran producto de un prolapso del útero y forzaban a las mujeres a tomar  cocimientos de hierbas amargas para reposicionarlo. Los griegos aceptaron esta idea y ponían sustancias de fuerte olor arriba de la vulva, para de esa manera cambiar la posición del útero, pensando que de esa forma podrían balancear las percepciones psicoemocionales que habían identificado como fuera de orden. Los griegos calificaban la enfermedad mental histérica, como un desorden físico de la mujer y en esa categoría incluían un gran número de trastornos psicológicos.

 

El Cristianismo del siglo V al XIII, cambió su entendimiento de la Histeria con su desbalance emocional, basándose en los escritos de san Agustín quien determinó que todo el sufrimiento humano era producto del pecado. En lugar de considerar la Histeria como una enfermedad física como lo hacían los griegos e ingresar a la persona a un hospital, los europeos cristianos decidieron, bajo la óptica expresada por el sacerdote y filósofo, conocido como el “doctor de la gracia”, tratar a los pacientes con tortura, amuletos, oraciones y exorcismos, porque creyeron que la Histeria era señal de posesión satánica producto de sus pecados, especialmente el de la práctica de la brujería, que era fuertemente asociado con las mujeres. Por su fuerte tradición greco-romana, la iglesia decidió que las mujeres habían traído el pecado al mundo, por medio de su interpretación helénica de la biblia hebrea.

 

Durante el período del renacer de la cultura europea de los siglos XIV al XVII, las personas con desbalance psicoemocional, eran acusadas de brujería y arrestadas para pasar por tortura interrogativa con sus respectivas ejecuciones. La mayoría de las personas torturadas y ejecutadas por brujería, fueron mujeres. Por esta influencia cristiana de tantos siglos, la brujería fue asociada al éxtasis provocado por el desbalance emocional y desafortunadamente aún está ligado a las mujeres. Todo esto comenzó con el concepto pagano griego, que asociaba los males del mundo a la creación de la primera mujer (Recordemos que en su mitología era Pandora) quien traía todos los males del mundo dentro de su caja y seducía a los hombres con una trampa emocional.

 

Lo que distingue a una mujer del hombre es su útero, llamado en griego “Histeros”. Ese menosprecio a la mujer era pervasivo en la cultura griega y muchos como Jason (Antiguo héroe griego, que se hizo famoso por su papel como el líder de los argonautas y su búsqueda del vellocino de oro) lamentaron que no se podrían procrear sin involucrarlas. Esto también influenció en la cultura griega, sobre su apreciación por el sentir homoerótico, practicado comúnmente entre hombres mayores y jóvenes adolescentes.

 

Desgraciadamente el menosprecio de la mujer como histérica y fuera de balance, continúa hasta este mismo día en la cultura occidental y devalúa las voces y opiniones de ellas en la cultura popular y es por esa razón que encontramos estos conceptos de origen pagano gentil, aún entre muchos judíos, que no han podido (o querido) desasociarse de esa influencia idólatra machista, con orígenes homoeróticos.

 

En contraste extremo los hebreos y la cultura hebrea bíblica, describen el útero como “Rejem”, vocablo que es la raíz de la palabra “Rajamim” que significa compasión o misericordia.

 

Desde la perspectiva hebrea bíblica, la mujer no es “Histérica” sino que es misericordiosa y compasiva. Hasta su origen es por la Misericordia Divina, ya que fue creada para acompañar y ser socia del hombre, cuando Dios vio que no era bueno que él estuviera solo. Esa primera mujer se llamó “Java” la madre de todos los seres humanos y fue creada por la Compasión Divina, para ayudar y bendecir al hombre, siendo de buena influencia sobre él.

 

Esto tiene aún más valor, cuando comparamos el propósito de la creación de “Java” con el mito griego de la primera mujer “Pandora”. La primera fue creada para bendición del hombre, mientras que la segunda fue concebida para castigarlo, además de traer consigo todos los males del mundo.

 

Los Jajamim (Sabios del judaísmo tradicional) en el Midrash, nos avisan que la mujer fue formada de la costilla del hombre, para recordarles que ella es igual a él. No fue creada de un hueso de la parte del frente, para que no sea más que él, ni tampoco de un hueso de atrás, para que sea menos que él; sino que fue creada de su costado para que sea PAREJA con igualdad de derechos y oportunidades, además de los otros aspectos.

 

En el judaísmo tradicional bíblico, la mujer no es obligada a SOMETERSE a su esposo, sino a acompañarlo y lo puede contradecir si es necesario para ayudarlo. Su naturaleza es descrita desde su momento de creación como “Ezer Kenegdo”, eso se puede traducir como la acompañante (Ezer) que lo puede contradecir (K'negdo) si es necesario para ayudarlo. Todo esto y todo lo que viene de ella, proviene del atributo de Rajamana. Si ella se desorienta o abandona ese Atributo, destruye su propia casa y si él (su esposo) se desorienta del atributo de Rajamana (compasión) él destruye su hogar.

 

Otro ejemplo del gran valor compasivo de la mujer, lo vemos en la Oración; fiel representante de esto es Jana, la madre de Samuel, quien nos presentó el concepto de oración que expresa el sentir del corazón a nuestro Dios. La oración es una Tefilá que sirve como una petición a la Corte Celestial, citando los compromisos nuestros y del cielo para sustentar legalmente, que es permitido por esa misma Corte, expresar la compasión hacia nosotros.

 

El concepto que mantenemos y la forma en que percibimos la función y naturaleza de la mujer, es fuertemente influenciado por los MITOS que dan forma a nuestra concepción del mundo que nos rodea; es como ponerse gafas de un color determinado y de acuerdo al color de los lentes, vemos lo que nos circunda.

 

La manera en que percibimos el rol de la mujer, sea que la consideremos histérica  o bruja, desbalanceada emocionalmente y un castigo para el hombre o por el contrario, si la vemos como una fuente de compasión y ayuda, que tiene la bendición Divina de opinar y llevarnos la contraria por nuestro bien, depende de los “Lentes mitológicos” culturales que escojamos ponernos. Es decir, si la visión es de origen pagano, la estima de la mujer es baja y se percibe como histérica. Si la perspectiva es hebrea bíblica, vemos a la mujer como igual al hombre y una fuente de compasión y bendición.

 

Es importante resaltar que este ensayo, no es solamente para los hombres, ni tampoco tiene la intención exclusiva, de cambiar la percepción de los hombres con relación a ella. Mi intención es que las mujeres también reflexionen lo que les he compartido, porque es necesario que ellas también abandonen las percepciones negativas misóginas que les han sido inculcadas y que muchas veces apoyan y consienten como resultado de la cultura occidental que las rodea. Por ejemplo: Escuché en Miami a una madre decirle a su hijo de seis años que era muy guapo y le preguntó que cuántas novias tenía en la escuela. Al oír esto enseguida pensé: ¿Por qué ella no le enseña desde niño, a tener una sola novia en vez de muchas? ¿Por qué no encaminar al niño a ser casto y respetuoso de él mismo, en lugar de sembrarle una actitud machista?

 

Por desgracia la forma en que muchos interpretan las historias de la biblia hebrea, se han visto afectadas negativamente, por esta influencia ajena a nuestra cultura. Algunos rabinos que desafortunadamente están afectados por estos aspectos negativos de la cultura occidental, promueven ideas que devalúan a la mujer, cuando es completamente lo opuesto en nuestra tradición. Las judías  fueron  las primeras mujeres en cualquier sistema legal, que podían ser dueñas de propiedades más allá de sus esposos. La mujer judía llega al matrimonio por su propia voluntad, escogiendo a su esposo y si desea salirse de éste, los recursos de la Ley la amparan. Ella no tiene que tolerar ningún tipo de atropello por parte de su esposo y la Torá no avala el maltrato de una mujer, ni por abuso físico o emocional.

 

Todas estas Leyes y costumbres comienzan con la diferencia en la palabra usada para describir a la mujer. Si el útero es un “Rejem” (fuente de compasión) indudablemente ella es de bendición. Si el útero se ve como “Histerios” (fuente de desbalance psicoemocional que no se puede respetar) ella es un castigo para el hombre y una maldición. La respuesta a la pregunta que me formulé, al ver lo que la madre le decía a su pequeño hijo, cambia todo en el mundo; porque todos los seres humanos somos hijos de nuestras madres, que son las hijas de la única madre de toda la vida y primera mujer: “Java”. Por lo tanto, todas las mujeres vistas desde ese enfoque, el cual es sagrado y benéfico ya que viene directamente de Su Creador, son de gran bendición y compasión, por lo cual todas son dignas de amor y respeto, en un marco de total igualdad con el hombre.

 

Rigoberto Manny Viñas

Rabino y Sicoterapeuta

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