ÁBRELE LA PUERTA A LA REDENCIÓN!


ÁBRELE LA PUERTA A LA REDENCIÓN! 

Por: Rigoberto Manny Viñas, Rabino y Sicoterapeuta 

 

Una de las secciones más reconocidas, pero menos entendida del Seder o Hagadá de Pesaj, es la costumbre de algunos de abrirle la puerta a Eliahu Hanavi, el profeta Elías, durante las partes finales del servicio. Como es natural, la quinta copa que no se toma de entre las cuatro copas del Seder, fue asociada al profeta Elías y por eso muchos la llaman el “Kos Shel Eliahu”. 

 

Desgraciadamente la costumbre menos conocida, es la de los Judíos Sefardíes Españoles y Portugueses, que no abren la puerta para Elías (Eliyahu) si no para la declaración de la Liturgia de la Hagadá, que al romper la Matzá del medio dice “HA LAJMA: Este es el pan de la pobreza, que comieron nuestros padres en la tierra de Egipto. Todo el que tenga hambre, que venga y coma. Todo el que lo necesite, que venga y haga el Pesaj. Este año aquí, el año venidero en la tierra de Israel. Este año somos esclavos (En el Galut) el próximo año seamos libres”. Los Sefardíes dejan la puerta abierta durante el resto de la Hagadá si les es posible y después la cierran para la declaración, pidiendo justicia contra las Naciones que nos han abusado en el pasado.  

 

Los Ashkenazim mantienen la puerta cerrada, hasta llegar al mismo punto en que los Sefardim la cierran y declaran lo mismo: “Derrama Tu Furia sobre los pueblos que no te reconocen y sobre los reinos que Tu Nombre no invocan, porque ha consumido a Iaacov y han destruido su belleza”. (Salmos, Tehilim 79:6-7) “Derrama sobre ellos Tu Furia y Tu Enojo que los alcance”. (Tehilim 69:25) “Persíguelos con ira y destrúyelos bajo los cielos de Dios”. (Eijá, Lamentaciones 3:66) 

 

Los Ashkenazim sirven la copa de Eliahu, antes de recitar esa oración que demanda justicia y venganza, mientras los Sefardim sirven esa copa mucho antes al recitar la oración: “HI SHENGAMDA: Y la promesa (Del pacto entra las partes) fue la que mantuvo a nuestros antepasados y a nosotros, pues no sólo uno fue quien se levantó contra nosotros para exterminarnos, sino que en cada generación se levantan contra nosotros, para aniquilarnos; más el Santo Bendito es Él, nos salva de sus manos”. 

 

Una de las más comunes falacias en el tema de abrir la puerta para la oración de venganza y justicia, está contemplada en el rito Ashkenazí por su acercamiento al momento de servir la copa de Eliyahu Hanavi, ya que según ellos al hacer esta acción, están invitando al profeta a venir y tomarse el vino. ¡Eso es absolutamente incorrecto! Algunos con buenas intenciones, hasta se imaginan que vieron el vino moverse o lo que aún es más increíble de aceptar, cuando aseguran que un espíritu entra a la casa, lo cual me motiva a sostener que está totalmente prohibido creer esta ficción, aunque los Ashkenazim consideren que ocurre cuando sirven esa copa cerca del momento de abrir la puerta. Yo quiero que todos comprendan, que el vino de esa copa no tiene propiedades místicas, divinas o sobrenaturales, ni tampoco hay que botarlo de alguna forma inusual, para darle un halo de espiritualidad, santidad, ni nada que se le parezca; lo que hacemos es devolver ese vino al jarrón de donde lo sacamos y se puede tomar al final. Los que le achacan algún poder místico, celestial o prodigioso, simplemente están inventando sus propios ritos y dándole importancia a cosas que son insignificantes. ¡Sin duda alguna debo decir que esto es un tipo de idolatría! 

 

La costumbre de las cuatro copas más la quinta copa, es producto de una discusión Talmúdica, que nos explica que cada copa representa una expresión diferente de la libertad que se encuentra en la Torá. Para cada uno de estas expresiones hacemos un brindis. En el Talmud Yerushalmi (Talmud de Jerusalén  Psajim 10) Rabi Yojanan explica en nombre del Rabino Benayá, que esta práctica del Seder, proviene de las cuatro frases de la libertad utilizadas en la Torá en Shemot Éxodo 6:6-7. (Si desean ampliar el estudio sobre las cuatro copas, pueden leer un artículo completo que escribí sobre este particular, en mi página www.toratropical.blogspot.com titulado ¿Por qué tanto vino? Las cuatro copas de la Hagadá) 

 

El Talmud también nos avisa, que una de estas promesas queda por cumplirse en su totalidad y por eso la quinta copa se sirve pero no se toma, representando ese incumplimiento. Es decir, está ahí pero no podemos beber de ella todavía. Esto se debe a la promesa para el futuro, que se encuentra en la misma sección de la Torá: “Y los llevaré a la tierra, sobre la cual juré dársela a Abraham, a Isaac y a Jacob; y te la daré por herencia; Yo Soy el Señor”. 

 

La costumbre original de los Ashkenazim, era representar simbólicamente que esta fiesta de libertad que se celebra en la noche de Pesaj, serviría para abrirle el camino a la Redención final, cuando llegara la Justicia por los males que sufrimos a manos de nuestros enemigos, que decidieron perseguirnos. Mientras que la costumbre de los Sefardim de abrir la puerta, para la declaración del “Pan de la pobreza” es invitar a cualquiera que pase por la calle a que venga y coma. Al entender que fuimos pobres en la tierra de Egipto y pasamos hambre, extendemos a los pobres nuestro pan porque sabemos el dolor que causa estar hambrientos y la sufrida exclusión. Como es natural esa invitación incluye a los gentiles, que son nuestros vecinos. Al recordarnos que fuimos extranjeros en una tierra extranjera, la Torá nos conmina a cumplir con una máxima: “Jamás y Nunca debemos discriminar a los demás”. Por esta misma razón, cerramos la puerta al recitar la oración que pide venganza y justicia, para no maltratar a nuestros vecinos y hacerlos entender que no es de ellos de quienes estamos hablando, sino de los que nos han maltratado por tantos siglos. 

 

¡Aunque ambos ritos incluyen la copa adicional que no se toma, más el abrir y cerrar las puertas, las diferencias filosóficas son enormes! En el rito Ashkenazí, la puerta abierta es una oración simbólica para la futura Redención y en el Sefardí se abre la puerta para responderle a la necesidad del momento presente y como memoria histórica al hambre y la miseria que nosotros los judíos hemos conocido y que usamos para generar empatía, con los que están pasando por el dolor de lo que ya hemos vivido tanto tiempo atrás. Invitar a otros a comer con nosotros en nuestros hogares, es nuestra respuesta a los problemas sociales del presente y una declaración notable, sincera, valiosa, insigne e importante para reafirmar lo que ya sabemos: No contamos con los Gobiernos para resolver los problemas del día, sino que lo hacemos nosotros mismos, a través de la creación de una red social de ayuda y apoyo, que beneficia a todos los que nos rodean. Incluso he compartido en distintas ocasiones sobre la necesidad de crear una “Red de la amistad” para estrechar lazos con los amigos y enfrentar juntos cualquier tipo de crisis que se avecine. Una Red tan fuerte, solidaria y fraternal, que le pueda dar respuesta inmediata a las necesidades de los miembros. Esta Red de la Amistad nos da la oportunidad de eliminar el “Quítate tú pa’ poneme yo” y reemplazarlo por el “Tengo lo que necesitas y lo quiero compartir contigo”. Por supuesto que deseamos fervientemente la Redención final, porque eso nos garantiza que TODA la humanidad estará en libertad y tranquilidad. 

 

Sin embargo, debo anotar que existe una forma de pensar sobre la Redención en el futuro y es aquella que sostiene que ésta vendrá por oración e intervención celestial. Al mismo tiempo existe otro tipo de pensamiento, en el que la Redención final será producto de un cambio de consciencia; es decir, cuando los seres humanos se invitarán a comer los unos a los otros y compartirán su pan con los pobres y el extranjero. Por último quiero expresar claramente, que las semillas de la Redención final se siembran hoy, al crear hermandad, comunión, fraternidad, solidaridad y compasión por los demás. Sin este componente NUNCA será posible disfrutar de esa última copa de vino, de ese brindis por la paz y el bienestar de toda la humanidad, para redimirla y liberarla de las guerras y la miseria que nos acompañan actualmente. 

 

“Que todo el que tenga hambre venga y coma”. Este es el camino de la Redención y ciertamente esto es lo que traerá al profeta Eliyahu, quien anunciará ese día grande cuando los hombres dejarán de matarse los unos a los otros y el mundo ya no estará lleno de odio y envidia. 

 

Moadim Lesimja 

Rigoberto Manny Viñas 

Rabino y Sicoterapeuta 

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